martes, 13 de noviembre de 2012

Pie forzado

                  Empecé a correr. La lluvia caía con fuerza, dificultando mi visión aun más, como si la noche oscura no fuera suficiente. Corrí, y me adentre en el espeso y mojado bosque presa del pánico. Volví a gritar su nombre de nuevo, como si me fuera la vida en ello. De hecho, precisamente me iba la vida en ello. Seguí corriendo, mientras mis botas se manchaban de barro. Seguí gritando, mientras mi corazón se hundía en el fango. Cada vez me resultaba mas difícil seguir el ritmo, a causa del cansancio y del maldito terreno, pero en mi mente solo había una idea, lo suficiente para no dejarme parar. Le dije una vez que no entendía como los deportistas podían continuar hasta después de que el cuerpo les dijera basta. Ahora lo entendía, más que perfectamente. Estaba corriendo una maratón. Una contrarreloj de vida o muerte.

Seguí corriendo, ayudándome de los arboles que había a mi paso para impulsarme. Estaba extasiada, pero no podía parar de gritar su nombre. A la mínima que flaqueaba, las imágenes de lo sucedido me sacaban del shock por unos segundos. Él y yo, en aquel destartalado coche  azul, con King Harvest en la radio cantando como locos Dancing In The Moonlight. Estábamos locos, puede que demasiado, pero no. Nunca era demasiado para nosotros y nunca lo seria, de eso estaba segura. Estábamos locos, sí, pero el uno del otro. Tanto, que creí que nada podría ocurrirnos, que hasta ni siquiera la barrera del tiempo podría con nosotros. Eramos nosotros contra el mundo y todo se tornaba en desafió. Pero esta noche es el mundo el que se ha revelado y se ha puesto en contra nuestra. No recuerdo bien el momento en el que King dejo de cantar y en el que dejamos de bailar bajo la luz de la luna. Todo ha pasado tan deprisa... ¿en qué momento aquel coche destartalado al que tanto adoraba se había convertido en el objeto mas espantoso que he visto nunca? Parece tan absurdo... estampado contra una farola a la mitad del puente... y abajo el rió, preparado para acogerle a él entre sus caudalosos brazos después de haber salido disparado por el salpicadero. Ni siquiera pude reaccionar, o gritar, como hago ahora con todas mis fuerzas. Solo pude salir del coche con la ropa y la entereza hecha jirones y descubrir que ya no estaba en aquella carretera, conmigo...

Volví a mi estado de shock, y llegué a duras penas a la orilla del rió. Con los pulmones a punto de explotar y la voz rasgada de tanto gritar, solo me salio su nombre en un murmullo, mientras con la cabeza alzada la lluvia se llevaba consigo la sangre de mi rostro. Hundí mis rodillas en el barro y me quede allí, mirando la bravura del rióbuscándole con la mirada aturdida. Tenía que seguir buscándole, tenia que seguir... pero, en vez de eso, un recuerdo me invadió antes de caer desfallecida, el momento en el que pincel en mano cogió mi muñeca, la acerco al lienzo y me susurró al oído: "Toma un círculo, acarícialo, y se convertirá en un círculo vicioso".

4 comentarios:

  1. Hola Miriam:
    me gusta mucho tu historia. Uno se puede poner muy fácil en lugar de la persona descrita. Tu manera de describir la situación es muy conmovedor.

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  2. Imposible no emocionarse, felicidades :) ¿Continuarás la historia?

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  3. ¡Muchas gracias! Pues sí, tengo esta historia en la cabeza desde hace mas de un año y me gustaría hacerla libro algun día no muy lejano. ;)

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